Dichos mexicanos: sabiduría popular

Parte de la cultura e historia de México, tiene mucho que ver con la forma en que nos comunicamos y los refranes son muestra de ellos.  Te cuento su historia y significado.

Los mexicanos somos alegres hasta en la forma de hablar.  Incluso en las situaciones más complicadas y adversas, como en la época de la Colonia o la Revolución, donde los poderosos si eran poderosos y el pueblo…  era pueblo sin voz ni voto.

Pero vayamos al tema de este post, los refranes mexicanos.  La siguiente recopilación de refranes tiene su origen en éstas épocas de la historia de México, donde se tenía que echar mano de la picardía y el humor para poder sobrellevar las penurias del día a día.

¡Aguas! ¡Aguas!

Éste refrán viene de la época de la Colonia, cuando no existía agua corriente en las casas y se debían usar “bacinicas” para las necesidades fisiológicas.  Entonces, si no existían el sanitario como lo conocemos hoy día, ¿cómo se deshabían de los desechos?  Muy fácil: los aventaban por la ventana.

Y de aquí nace el refrán.  Al aventar por la ventana los desechos, quien lo hacía, debía gritar !aguas, aguas! o bien ¡agua va!  Si pasaba un transeunte por la calle, debía estar atento y escuchar a tiempo la advertencia.

Hoy se utiliza a modo de advertencia para alguien que vigila, mientras otro u otros hacen alguna actividad de cuidado (buena o mala).  Algo similar a la frase “viene, viene” de los cuidadores de coches callejeros.

Se armó la gorda

Allá por el sigo XIX, la tierna madre España había perdido gran parte de sus territorios coloniales en la Nueva España y el descontento del pueblo era mucho. por lo que se empezó a generar un movimiento revolucionario que finalmente estalló.

Esto vino precedido de un rumor que decía que, la reina Isabel II se armaría y habría un conflicto de gran magnitud y la gente decía “se va a armar la gorda” (refieriéndose a al complexión robusta de la reina).  Y cuando resultaron ciertos los rumores, la frasé cambió a “se armó la gorda”.

Hoy la frase hace referencia a cualquier tipo de peligro o disputa inminente.

Esto no se acaba hasta que cante la gorda

Un dicho similar que desconozco si se originó en México es éste, que hace alusión al sólo que la soprano ejecuta en el papel de la valquiria Brunilda que anuncia el fin del mundo en la ópera El Anillo del Nibelungo de Richardo Wagner.

Se entiende que la frase se refiere a los sopranos típicos de la época estereotipados con sobrepeso.

Hoy la frase hace referencia a que no se debe anunciar una victoria hasta que no concluya el evento en el que se compite.

Nos cayó el chahuistle

El chahuistle es un hongo que ataca las hojas y tallos del maíz.  Este término tiene su origen del náhuatl “chahuiztli”, que significa “enfermedad de la hoja del maíz”, y que durante cientos de años devastó los cultivos de las comunidades prehispánicas.

Perder una coseha por este hongo es algo que no se desea.  Desde entonces y hasta la fecha, decir que “nos cayó el chahuistle” es referirse a una situación desafortunada o que algo muy malo ha sucedido.

Chiflando y aplaudiendo

Muy seguramente este dicho nació en Arandas Jalisco, donde es común el destilado del maguey y los tlachiqueros debían extraer el aguamiel y menear el líquido para que se fermentara rápido.  Por órdenes del patrón, los tlachiqueros debían hacer su labor chflando (silbando) ya que de no hacerlo, se corría el “peligro” de que los trabajadores bebieran el dulce néctar de los dioses.

De ahí se traslado a los hogares donde las suegras o el chaperón, le decían a los novios o pretendientes de las hijas de la casa en cuestión “chiflando y aplaudiendo”, para que éstos mantuvieran las manos ocupadas y no se propasaran con sus novias.

Andas rayado

Ya en un México más contemporáneo, donde operaban las haciendas con sus tiendas de raya (ya les hablaré más a detalle de esto en otro post) para que los peones pudieran cobrar su sueldo, muchos de ellos no sabían leer ni escribir, por lo que lo más sencillo es que hicieran una línea recta donde debían colocar su firma o nombre.

Por lo que, cuando cobraban se decía que “andaban rayados” pues acaban de rayar la libreta donde consta que se les había pagado.

Se petateó

El petate es un tapete tejido con la hoja de la palma del petate (de ahí su nombre) que regularmente se usaba como cama para las personas pobres, aunque también tenía un uso funerario: cuando una persona fallecía y los familiares no podían costear un ataúd, eran envueltos y enterrados dentro de un petate.

De ahí que se refieran a que “se petateó” cuando alguien fallece.

Sepa la bola

En la época de Porfirio Díaz, hubo muchos avances en desarrollo y crecimiento económico del país.  Aunque también había mucho descontento en la parte política y cómo se conducían las clases sociales privilegiadas o adineradas, por lo que muchas personas de “clase media” estaban inconformes y habían revueltas.

En esos relajos, había levantamiento de personas muy variopintas: campesinos, trabajadores, mujeres y así.  A esos grupos se les conocía como “la bola”.  Y cuando se les preguntaba qué quiénes habían cuasado los destrozos, la gente respondía que había sido “la bola”.

Desde entonces decir “sepa la bola” se refiere, en un tono despreocupado, a decir “a mi ni me veas que yo no fui y no sé quién pudo haber sido”.

Chupó faros

En la época de la Revolución, cuando había detenidos y sus delitos ameritaban pena de muerte, se les concedía un último deseo antes de morir.  Generalmente solicitaban fumar un cigarro, el consumían lentamente a modo de aplazar unos minutos su inevitable final.

Los cigarros FAROS eran muy populares entre los soldados y revolucionarios por ser baratos y se conseguían con facilidad.  Eran de papel arroz (creo que actualmente ya no existen cigarros hechos con este tipo de papel) y no tenían filtro.

Por eso se dice que “ya chupó faros” para referirse a alguien que acaba de morir.

Teporocho

Dicen los que saben que existía un puestecito allá en La Merced que vendía té de canela o naranja muy sabrosos con su piquete de alcohol por tan sólo 10 centavos.  Fue tanto el éxito que tuvo, que otras personas empezaron a vender lo mismo pero a 9 centavos (mentalidad de tiburón).  El dueño del primer puesto, para recuperar a su clientela tuvo que bajar más el precio y lo empezó a vender a 8 centavos.

Ésta bebida, dicen, era muy buena pa’ curarse la cruda y los borrachitos de la zona corrieron la voz y decían: “vamos por un té por ocho”, es decir, un té con piquete a 8 centavos.

Esta frase con el tiempo se fue modificando hasta convertirse en “teporocho”, palabra que hace referncia hoy día a las personas indigentes en estado de ebriedad.

Un ojo al gato y otro al garabato

Las cocinas mexicanas de antes, de la época de nuestras abuelitas, usaban leña en vez de gas y era una de las habitaciones más grandes de la casa, considerando que ahí se preparaban los alimentos para grandes familias o el personal que laboraba ahí o los alrededores.

Para conservar cierto tipo de alimentos como carne o pescado, se debían colocar en un instrumento de hierro cuya punta forma en semi círculo que usualmente se encontraba colgado del techo.

Los gatos al ser animales muy hábiles, podían subirse y tomar el alimento colgado en el garabato.

Por lo que las cocineras debían ser más hábiles y “tener un ojo al gato y otro al garabato”, es decir, debían cuidar que el gato no se robara los alimentos sin descuidar los alimentos que se estaban preparando.

Hoy tiene casi el mismo significado, pero en un sentido más amplio: se refiere a que debemos prestar atención a varias cosas o situaciones sin descuidar ni la una ni la otra.

Ser “multi tareas” dicen actualmente.

Comes como pelón de hospicio

En uno de los hospicios más grandes de México, el Hospicio de los Pobres, para combatir el tema de los piojos entre los niños internos, se optó por raparlos a todos.

Al vivir en lugares en condiciones precarias, la comida era racionada y muchas veces no era basta como para calmar el hambre en su totalidad, por eso a la hora de la comida, los niños lo hacían con voracidad y mucho apetito.

Por eso se dice que “comes como pelón de hospicio” cuando una persona come mucho y muy rápido.

¿Te cayó el veinte?

Cuando empezaron a instalarse casetas telefónicas de monedas, éstas operaban con monedas de 20 centavos.  Al marcar el número y te contestaban, se escuchaba a la otra persona y cómo caía “el veinte” (la moneda) para que te escucharan.  Si no caía el veinte, no te escuchaban por lo que había un boton que se debía presionar para liberar la moneda y te escucharan al otro lado.

Por eso se decía “si me cayó o no el veinte” refiriéndose a la moneda de la caseta telefónica.  Hoy se usa para indicar si una persona nos está entendiendo algo que le expliquemos.

 

¿Cuántos de estos dichos te sabías y de cuáles conocías su historia?

Déjame un mensaje y cuéntamelo todo.

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